sábado, 21 de mayo de 2011

LA SIRENA-BLOG EL DRAGON CUENTA CUENTOS-


domingo 1 de mayo de 2011

LA SIRENA



Era final de verano, y como todos los viernes por la tarde, durante las vacaciones escolares, Marina y su madre esperaban en la estación a que llegara el tren que las llevaría hasta un pueblo cercano dónde su padre trabajaba.

Esa tarde, cómo tantas otras, Marina aguantaba entre sus manitas un cuento. Se sentía impaciente por que el tren llegara y poder subir en él. Corretear por el pasillo hasta encontrar un asiento que le gustara, y llamar a su madre para que se sentara junto a ella. Marina vivía esas tardes como un verdadero acontecimiento: el nerviosismo hasta llegar a la estación con mamá, ojear las vías una y otra vez hasta que el tren aparecía por una curva lejana, el ruido del tren llegando, las puertas abriéndose y cerrándose, el silbato de la estación, el rítmico sonido del traqueteo cuando el tren se ponía en marcha... Era entonces, cuándo se arrellanaba en el sillón, respiraba hondo inhalando el olor a madera de los asientos, y pasándole a su madre el cuento con una sonrisa , giraba la cabeza para observar el paisaje.

Lucía, la madre de Marina, la observaba divertida, ya que su hija repetía una y otra vez el mismo ritual cada vez que hacían el corto trayecto en tren hasta encontrarse con su marido. Ella sabía lo que la pequeña esperaba , y como siempre cuando el tren se ponía en marcha, y su hijita le pasaba el cuento, ella empezaba a leerle las fantásticas historias de princesas y caballeros, piratas y sirenas, tesoros y castillos, que tanto le gustaban.

Aquella tarde Lucía empezó a narrarle una triste historia sobre una sirena que perdió su voz, mientras el tren seguía su camino y Marina ensimismada miraba por la ventana el paisaje que pasaba ante ella. Un mar profundo de un intenso color azul se perdía hasta el horizonte, playas de arena dorada bañadas por la luz del sol del atardecer, y pequeños bosques de verdes pinos, veteados de grandes piedras grises que conformaban algún que otro pequeño acantilado.

Cuando acabó de contárselo, Marina se giró hacia su madre, y le preguntó:

- Mamá, ¿las sirenas existen de verdad?

- Cariño, le respondió Lucia. Las sirenas son seres mágicos, y dicen que solamente la gente con una sensibilidad muy especial y en muy raras ocasiones pueden verlas. Aunque...

- Aunque, ¿qué mamá?, urgió Marina.

- Mira, te voy a explicar un secreto, pero no puedes contárselo a nadie, ¿vale?.

Los ojos de Marina se abrieron como platos, y en ellos apareció un brillo especial. Un brillo de anhelo por saber el secreto que estaba a punto de revelarle su madre, y por la satisfacción de sentirse lo suficientemente mayor para ser su confidente.

- Vale mamá, te prometo que nunca, nunca lo diré a nadie.- Muy bien, pues escúchame bien.

-Hace muchos años, cuando yo era tan pequeña como tú, fui una tarde a pasear por la playa con mi abuela, y me explicó un cuento de sirenas. Y, al igual que tú, le pregunté si existían. Entonces ella me dijo que su abuela cuando era niña, había visto una, porque siempre había querido ver una. Desde entonces siempre decía que, aunque hayan personas que digan lo contrario, la magia existe, y que la gente cuando desea cosas buenas con mucha fuerza, tarde o temprano, siempre ocurren.

- Pero mamá, ¿tú no has visto nunca una sirena?

- No, nunca he visto una, supongo que no lo he deseado lo suficiente. Lo que sí deseé siempre era tener una hija tan preciosa como tú, que le gustaran mucho los cuentos para poder explicárselos. Y, ves, al final naciste y aquí estamos. A ti te encantan los cuentos y a mi me encanta poder contártelos. Así que ya lo sabes, cuándo quieras alguna cosa, has de desearla con mucha fuerza, para poder conseguirla.

Lucía besó en la frente a su hija. Miró por la ventana, y vio que el tren ya se acercaba a su destino.

- Mira, Marina, ya ha llegado el tren a nuestra parada. Vamos que papá seguramente ya nos estará esperando.

Marina, dio una última mirada por la ventana del tren, pensando en lo que su madre le había explicado. Se cogieron de la mano, y juntas se apearon del tren y fueron a buscar a su padre.

El viaje en tren se repitió durante varias semanas más, de la misma manera, y, aunque nunca volvieron a hablar del tema de las sirenas, Marina, miraba muchas veces el mar.

Llegaron las primeras tormentas y el verano acabó, y con él finalizaron los viajes en tren y empezó el curso escolar. Marina volvió a la rutina, pero siempre, por algún rincón de su mente se deslizaba la historia que le había explicado su madre.

Pasaron varios años iguales a los anteriores. Y, aunque Marina creció, y los viajes en tren con su madre y los cuentos maravillosos acabaron, siempre que veía el mar, recordaba aquella tarde, y su conversación, y entonces el deseo de ver una sirena volvía a ella con fuerza.

Empezó a estudiar en la universidad, y para llegar debía de realizar el mismo trayecto en tren que años atrás realizara tantas tardes con su madre. Aunque esta vez lo vivía de modo muy diferente. Normalmente iba hablando con compañeras, o leyendo algún que otro libro que tenía que estudiar, o repasando algunos ejercicios hechos el día antes. De vez en cuando miraba por la ventana, y volvía a ver aquel mismo mar profundo que tantas veces había mirado.

Una tarde, debió quedarse más tiempo del previsto en la biblioteca de la facultad, ya que estaba realizando un trabajo con unos compañeros, y esto le estaba planteando unos problemas que no sabía si sería capaz de superar. Cuándo cogió el tren la tarde empezaba a caer, y se sentó cansada, pensando que por suerte era viernes y tenía el fin de semana para descansar.
El tren se puso en marcha, y Marina sentándose comodamente en el asiento cerró los ojos. Fue entonces cuando escuchó el silbato de la estación, y el rítmico sonido del traqueteo del tren al ponerse en marcha y un olor a madera llegó hasta su nariz. En ese momento recordó aquella fantástica tarde pasada con su madre, y pensó que curiosamente también era viernes como lo era aquel día en el que compartieron aquel secreto familiar. Volvió a mirar por la ventana del tren, muy parecida a aquella por la que mirara entonces, y volvió a ver el mar, aquel mar que tantos secretos guardaba. Recordó perfectamente cada una de las palabras de su madre, y con una sonrisa, pensó que todo aquello era, con toda seguridad, otro cuento que le había explicado para alimentar su imaginación infantil, aunque, a diferencia de otras tantas historias, esta le había dejado una huella imborrable, y el deseo de, aunque fuera por una vez en su vida, poder ver esa sirena. Y nunca había sabido el porqué.

El tren realizaba el mismo trayecto que realizara años atrás, por los mismos paisajes, por los mismos túneles, y por las mismas estaciones. Un poco antes de llegar a una de las estaciones próximas a la suya, el tren se paró, y desde un altavoz una voz femenina explicó que estarían parados unos minutos, y que en breve retomarían la marcha. Marina, resopló, pensando que ojalá fuera poco tiempo ya que tenía ganas de llegar a casa. Y giró la cabeza hacia la ventana para encontrarse de pronto con una preciosa puesta de sol que absorbió totalmente su atención...

De repente el deseo que la había acompañado durante muchos años, inconscientemente regresó con mucha fuerza, con la misma intensidad con la que los niños desean, y miró hacia aquel sol naranja que se empezaba a esconderse en la profundidad del mar.... Un súbito movimiento desvió su atención. Algo pareció moverse en el agua. Miró y vi que era un persona nadando. Marina pensó que era un bañista de aquellos que gusta disfrutar del mar en soledad, pero al observar con más atención, se dio cuenta que agitaba la mano, a modo de saludo. Miró la gente que viajaba con ella, pero sólo había un matrimonio mayor que estaba en el otro lado del vagón y que además iban dormidos. Y el resto del tren no tenía esta vista, ya que las rocas se la tapaban.

Volvió a mirar por la ventana, observando al bañista con interés y se percató de que tenía una larga melena. Una mujer, -¡pero que ganas de bañarse ahora!, pensó Marina, y al ver que nuevamente agitaba la mano comenzó a preguntarse si no estaría en apuros y pediría socorro. Pero la manera de moverse por el agua no le parecía la de una persona ahogándose. Más bien al contrario, nadaba elegantemente acercándose cada vez más donde estaba ella, y se notaba que sabía moverse en el agua.

Sin ni siquiera pensarlo, Marina, saludó a la mujer, y sorprendentemente recibió otro saludo igual como respuesta. Entonces se puso en pie, y abrió la ventanilla. Un soplo de brisa marina le dio en la cara, inundándola de un sentimiento de bienestar. Volvió a saludar y volvió a recibir respuesta. Entonces , una intuición le vino a la mente, y presa de un súbito nerviosismo, sacó un poco la cabeza por la ventanilla y gritó: - Hola.

Esta vez, la mujer la miró, y sonriendo, le respondió con una bellísima voz: - Hola Marina. Recuerda lo que te enseñaron de pequeña. Nunca lo olvides.

Y dicho esto, le lanzó un beso con la mano, se la llevó al corazón manteniéndola allí un momento, y volviéndole a sonreír con dulzura, dio un salto y se zambulló en el agua, mostrando por un instante su espléndida cola bordada de escamas tornasoladas.

Marina, se desplomó en su asiento, completamente asombrada. Era cierto, pensó, era cierto todo lo que mi madre me contó de su tatarabuela. Las sirenas existían. Ella había deseado durante mucho tiempo ver una y lo había logrado. Entonces recordó las palabras de su antepasada. Si uno se lo proponía y lo deseaba con mucha fuerza, al final lo conseguía. Era cosa de voluntad e ilusión. ¿Y qué es la ilusión, sino magia? Ella lograría conseguir todo aquello que se propusiera, ahora lo sabía. Por muchas dificultades que encontrara en su camino, llegaría hasta donde sus sueños le permitieran. Había visto su sirena.

En silencio, volvió a mirar hacia aquel mar que ya no guardaba tantos secretos para ella, y lentamente se fue dibujando una luminosa sonrisa en su rostro, la misma que aquella lejana tarde se dibujó en su cara mientras su madre le explicaba la historia de una sirena.


TANGO PARA NIÑOS-TE DIJE, MAMÁ TE DIJE!-

Te dije, mamá te dije!
I Told You Mommy, I Told You!
Canción infantil
(Spanish)
Children's Song
(English)

Te dije, mamá te dije!
No me gusta dormir solo.
Me llenaste de peluches
que no abrazan cuando lloro.

¡Te dije, mamá te dije!
que el silencio me da miedo.
Me colgaste y con alarmas
sonajeros y cuneros.

(Estribillo)
Yo agradezco enormemente
tu cariño y comprensión,
pero ahora pa' que duerma
de corrido estoy peor.
Siendo así lo que hay que hacer
te bato* la solución:
es que yo pase a tu cama
y papi vaya al comedor.

¡Te dije, mamá te dije!
que la oscuridad me asusta
me prendiste tantas luces
que las noches ya son fiestas

¡Te dije, mamá te dije!
que de noche tengo sed
me pusiste un vaso de agua
¡pero quiero leche y te!

(Repite estribillo)

I told you Mommy, I told you!
I don't like sleeping alone,
You put me in bed with stuffed animals
That don't hold me when I cry.

I told you Mommy, I told you!
That the quietness scares me.
You hung up alarms
And rattles and cradle toys.

(Chorus)
I'm very grateful to you
For your understanding and love
But now, I must sleep
And I can't stop feeling worse.
Since it's the way it has to be done,
I will tell you the solution,
I should go into your bed
And Daddy can go to the dining room.

I told you Mommy, I told you!
That the dark frightens me,
You hung up so many lights
That the nights look like parties.

I told you Mommy, I told you!
That I get thirsty at night,
You gave me a glass of water
But I want milk and tea.

(Repeat chorus)

lunes, 16 de mayo de 2011

EL CANGREJO- CARMEN UBEDA FERRER-ESPAÑA

Hola ! Saluditos cariñosos desde España. Os mando un versito mío. Los cangrejos
tambien tienen su corazoncito. Ja jaja. !!

El cangrejo

... ¡ Ay cangrejito, cangrejo,
¿ Qué haces en la blanca arena de la playa ?
¿ Cómo te encuentras tan lejos
de tu salada rocalla ?

Anda, anda, cangrejito
vuelvete a tu morada
que allí esta la cangrejita
llorando desconsolada. Carmen Ubeda Ferrer
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domingo, 1 de mayo de 2011

el otoño- federico garcia lorca

Tan, Tan

¿Quién es?

El otoño otra vez.

¿Qué quiere el otoño?

El frescor de tu sien.

No te lo quiero dar.

Yo te lo quiero quitar.

Tan, tan

¿quién es?

El otoño otra vez.


F.García Lorca

REPORTAJE A MARIA ALICIA ESAIN.ESCRITORA Y NARRADORA-

María Alicia Esaín, escritora y narradora
“Manejando una computadora los chicos desarrollan una habilidad, pero no el pensamiento”
Convocada por la Biblioteca Popular Infantil, Isidoro, espacio de arte y el Centro de Investigaciones Educativas (CIE), la escritora de cuentos infantiles y narradora dirigió talleres para niños en las escuelas 7 y 20, y por la tarde un taller de confección de títeres y de guiones en el espacio de arte de avenida Casey 1052.
Con su capacidad de narración María Alicia Esaín cautivó a los chicos y copó su atención.
Dio comienzo ayer el segundo “Taller de narración, cuentacuentos” con distintas actividades coordinadas por la escritora y narradora María Alicia Esaín.
Las actividades continúan los talleres que desde el año pasado vienen organizando en conjunto la Biblioteca Popular Infantil, Isidoro, espacio de arte y el Centro de Investigaciones Educativas.
Esaín, una reconocida escritora de cuentos infantiles, presentó en las escuelas N° 7 y N° 20 obras de títeres y narraciones, actividad que ha llamado “¡Qué lindo es engatusar! (trampas no tramposas”). Allí provocó el encantamiento de los chicos, que con enorme interés participaron y gozaron de los títeres y los cuentos.
Por la tarde dirigió una actividad para adultos en Isidoro, espacio de arte.
Por la mañana Nuevo Día conversó con la escritora, compartiendo mesa con las organizadoras, Gladys Meyer, Sonia Gómez y Analía Paz.
- A punto de iniciar una actividad lúdica y recreativa con los chicos de las escuelas, ¿en qué va a hacer hincapié?
- Trataremos de tener un momento asociado a la lectura, un rato de placer para que los chicos comprendan que la fantasía y la imaginación son parte fundamental de los cuentos.
- ¿Buscará que comprendan que la lectura es un placer y no un deber?
- He sido docente y sé que los docentes viven corriendo apurados por la necesidad de cumplir con una currícula y también sé que muchas veces la lectura se asocia al deber más que al placer, pero la intención que tenemos los cuentacuentos es que se intensifique ese espacio de placer que da la lectura y que quienes somos precibernéticos lo conocemos en profundidad ya que en nuestra niñez el horario de lectura era de inmenso placer y lo practicábamos diariamente, seguramente porque no había muchas otras cosas. Ahora hay muchos más entretenimientos, pero la lectura otorga un placer único porque motoriza la imaginación, que es lo que nos hace crecer. Cualquier implemento que veamos a nuestro alrededor ha nacido de la imaginación de otra persona y por eso el fin último de la lectura es estimular que seamos elaboradores de nuestros propios proyectos y no simples esponjas absorbiendo proyectos ajenos
- ¿Cómo se hace para hacer convivir la satisfacción instantánea que produce el juego de la computadora con ese placer que llega más pausadamente y que produce la lectura
- Creo que ese es un gran desafío para todos, pero llevo ya unos diez años como cuentacuentos y el simple formar un espacio de silencio, despertando cierta expectativa, nos permite ver las caras de esos niños, con la mirada fija en nuestros ojos, y le aseguro que la respuesta es inmediata. El chico es el público más exigente y más sincero que existe, no va a aplaudir si no le gusta y no se va a reír si no le produce gracia. Pero si lo que uno le cuenta le gusta, se va a sentir atrapado y va a disfrutar. Por eso establecer un espacio de silencio, modular la voz, gesticular, hace como que se sientan en un espacio mágico que la computadora no les da.
- Seguramente en este intento de reinstalar el placer por la lectura debe haber un trabajo conjunto de docentes y familia, ¿qué puede hacer la familia para ayudar al chico a que sienta placer por la lectura o por el cuento?
- Me ha tocado ser cuenta cuentos de mis propios nietos y el rol que un abuelo o una mamá puede cumplir es muy enriquecedor para todos. El espacio que el docente sacrifica de la enseñanza formal para darle a ese abuelo o a ese familiar un espacio para la narración o la lectura de un cuento es una ganancia enorme para todos, principalmente para el niño. No hay que tener miedo a jugar con la imaginación y mucho menos en el aula, pero tampoco en la casa, porque el espacio que un papá o una mamá le da al chico antes de dormir para contarle un cuento, que el chico siempre quiere que sea ese que le gustó, es un regalo que nos da la vida y que todos debemos disfrutar, sobre todo en estas épocas en que los chicos crecen tan rápido.
- Esos son momentos que nunca se olvidan
- Es así, ese momento compartido permanece y perdura a través de los años. Nosotros a veces nos admiramos de cómo se manejan los chicos con la computadora, pero eso no es más que una habilidad, no es un desarrollo del pensamiento. Me remonto a lo que leíamos hace 20 años sobre la teoría del vínculo, desarrollada por Pichón Riviere, que decía que cada uno de nosotros, cuando se compromete a descifrar algo establece un vínculo de todo su ser con el objeto del conocimiento, entonces cuando ponemos al chico frente al desafío de escuchar una historia, él pone con todo su ser y ahí establece el vínculo. Esto no significa negar, para nada, las virtudes de la informática, pero es bueno que haya otras cosas porque nuestra misión es formar a un ser integral y no parcializado.
- Usted hoy también va a trabajar con los títeres, ese hermoso arte mágico que en nuestra niñez nos atrapaba
- Es que durante muchos años se pensó que los dibujitos, la computadora y la play iban a hacer desaparecer otras cosas, como los títeres, que quedaban como cosas de viejos. Pero luego de haber comenzado un proyecto de títeres en mi ciudad Navarro, hace unos diez años, nos permitió comprobar que los títeres siguen atrapando y atrayendo a los chicos. Por eso hoy, aquí en Coronel Suárez, quiero usar una frase del gran titiritero argentino Javier Villafañe, quien contaba que el títere nació cuando el hombre descubrió su sombra y aprendió a jugar con ella. Esta definición resume de manera muy bella y poéticamente lo que es el títere para cada niño.

- Pese a este renacer del arte de los títeres, seguramente ya no habrá un Javier Villafañe viajando en carro por el interior mostrando su arte a los chicos.
- Seguramente ya en carro no se verá, pero hay mucho titiritero joven y bueno, hay mucha gente que está descubriendo la magia del títere, aunque viaje en colectivo.