jueves, 24 de noviembre de 2011

TESOROS DE LA LITERATURA INFANTIL CUBANA

Tesoros de la literatura infantil cubana

597-gal_06libfstandaloneprod_affiliate84.jpgPequeña como esos ”dos pies que caben en sólo un beso”, es la edición príncipe del Ismaelillo, que lleva una dedicatoria de puño y letra de su autor, José Martí. Allí, detrás de la urna de cristal que, más que protegerlo lo trae a los ojos de los estudiosos y del público que quiera admirarlo, se erige el libro histórico de 1882 como príncipe y caballero del imaginario de muchos niños-lectores de América, y también como estrella de la muestra 200 años de libros infantiles cubanos, que presenta la Biblioteca de la Universidad de Miami en la sede de la Cuban Heritage Collection hasta junio.
La exhibición se compone de una selección de la copiosa reserva de libros infantiles cubanos de la Colección, publicados desde el siglo XIX hasta la actualidad, tanto dentro de la isla como en los distintos puntos donde han estado exiliados sus autores –sorprende la cantidad que han sido publicados en Colombia. En la conferencia inaugural del jueves pasado, el investigador y escritor Antonio Orlando Rodríguez, autor de Panorama histórico de la literatura infantil en América Latina y el Caribe, pronunció las frases clave que resumen el espíritu de la muestra: ”Estos libros prueban que la palabra es el mejor juguete” y aspiramos “a garantizar que las nuevas generaciones puedan apreciar esta obra”.
La idea partió de una de las jóvenes bibliotecarias, Meiyolet Méndez, que se percató del caudal bibliográfico en literatura infantil y le propuso a Lesbia Orta Varona y Esperanza Varona, ambas ”guardianas” del tesoro de la Colección y pilares culturales, organizar la exhibición.
”Tenemos El Librito de los Cuentos, de Cirilo Villaverde”, informa Orta Varona, destacando el valor de la obra del autor de Cecilia Valdés, que se publicó en 1848, para servir como texto de lectura escolar a niños de 7 a 10 años de edad, ”un poco antes que Villaverde marchara al exilio”, cuenta Rodríguez en la conferencia, añadiendo que el novelista más importante del siglo XIX cubano fue maestro y por ello tenía interés especial en la literatura para niños.
También se pueden apreciar distintas ediciones de la revista La Edad de Oro, de la que Martí publicó cuatro números en 1889, ”con una concepción moderna y un lenguaje lleno de sentido, tratando temas como la independencia americana y el valor de las culturas indígenas”, resalta Rodríguez. De 1936 encontramos Romancero de la maestrilla, escrito por Renée Potts, una joven maestra de una escuela cercana al puerto habanero, que habla de tolerancia religiosa y multiculturalismo en una época en que eran temas desconocidos.
Otros títulos son Isla con sol, poemario de Emma Pérez; varias ediciones de Había una vez, cuentos populares adaptados por Herminio Almendros y Ruth Robés; Cuentos de Apolo, de Hilda Perera (1947), sobre un niño negro de 7 años que vive en un ingenio. El pájaro de lata, de Anita Arroyo, publicado durante la República para promover el patriotismo entre los pequeños. Sirve de frontera y de puente, Navidades para un niño cubano (1959), antología de la obra de algunos de los más importantes escritores cubanos, donde están presentes los que se fueron y los que se quedaron, único libro para niños ilustrado por el maestro René Portocarrero.
36-gal_06libbstandaloneprod_affiliate84.jpgSe exponen además otros grandes de la literatura cubana en sus incursiones en la creación para niños: Nicolás Guillén, con Por el mar de las Antillas anda un barco de papel, en colorida edición ilustrada por Horacio Elena y publicada en España; Onelio Jorge Cardoso, con El caballito blanco, donde se aprecian los paisajes, la flora y fauna cubanas, también protagonistas en el poemario de Armando Alvarez Bravo dedicado a su nieto, La belleza del físico mundo, por el que desfilan el cocuyo, el sinsonte, el manjuarí, el zunzún y la jicotea. De Daína Chaviano, País de dragones, para los jóvenes; y de Margarita Engle, que ganó con The Poet Slave of Cuba: A Biography of Juan Francisco Manzano, el más prestigioso galardón a la literatura infantil hispana en Estados Unidos, el Premio Pura Belpré 2008.

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